martes, 2 de septiembre de 2014

Cita a ciegas


  Anoche me puse a ordenar una de las muchas cajitas de madera que tengo en mi habitación, según una amiga, la costumbre de guardar secretos, palabras, pensamientos, sentimientos, me llevan a cultivar este amor por las cajas....en fin, el punto es que ordenando encontré entre muchas cosas una servilleta con unos garabatos dibujados simulando una mujer sentada, más abajo una frase..."pérdida de tiempo".... y en el costado anoté el nombre del lugar donde me encontraba. No pude evitar volar al recuerdo que encerraba ese papelito.


La memoria no me permite recordar si era viernes o sábado, si recuerdo perfectamente que eran cerca de las 10 de la noche y recién terminaba de arreglarme, mis jeans favoritos, una blusa con un lindo estampado y mi chaqueta delgada, la favorita, esa suavecita que me quedaba preciosa, estábamos en pleno verano, no hacia falta nada más. Sonó el teléfono y una voz al otro lado de la línea me recordaba que no tenía que atrasarme y que nos juntaríamos fuera de la telepizza frente a Baquedano, una voz a lo lejos gritaba que no olvidara maquillar mis ojos...

Camino al lugar de encuentro me causó curiosidad por qué Fernanda me había insistido con el tema de mis ojos, pero asumí que era otra vez su afán de hacerme ver "linda", ya que estaba en campaña de buscarme una polola en cada salida que hacíamos juntas, ya me había acostumbrado que ella y su novia estuvieran muy comprometidas con su rol de casamenteras, pero la verdad nada me había preparado para esa noche.

Crucé la calle un poco más rápido de lo normal y cuando llego veo a mi amiga, a su novia y a....mmmm....había alguien más con ellas, sin mayor aviso me vi sorprendida por un abrazo muy apretado, la verdad, yo soy buena para abrazar pero lo hago con mis cercanos, nunca con 
desconocidas, cuando me soltó, su rostro lo iluminaba una sonrisa y me dice..."Hola, soy Daniela, tu cita a ciegas"... casi morí...salí de mi sorpresa inicial y saludé, abracé a mis dos amigas y susurré en sus oídos..."las voy a matar"...ellas se limitaron a sonreír. 

Caminamos por Pío Nono y sin darme cuenta, Daniela se tomó de mi brazo y comenzó una larga e interminable conversación, en mi interior pensaba qué les haría a las responsables de esta "cita"....pero mis pensamientos se mezclaban con su hablar constante. Tengo que aclarar que yo soy una muy buena conversadora, puedo hablar hasta por lo codos, pero hay momentos (este era uno de ellos) en los que no pronuncio palabra y mantener una conversación es producto de un esfuerzo titánico. No tengo idea si fue producto de ir tan concentrada en lo que me iba contando, que no se dio cuenta del desnivel de la calle, se tropezó y para no caer, se aferró con más fuerza de mi brazo, ni idea como pasó, pero rompió mi chaqueta...mi preferida...esto no pintaba para bien. 

Llegamos al restaurant, pensar en comer algo rico me puso de mejor humor, si al final pensé, no es para tanto, quizás es bueno conocer a personas nuevas, tomaron el pedido, retomamos la conversación, Daniela seguía tan animada como al principio y yo tratando de no perderme entre tanta palabra. Llegó la cena, todo estaba transitando por un agradable camino hasta que veo que su mano se acerca peligrosamente a mi plato y ahí el tiempo se detuvo, imaginen que todo avanzó como en una película en cámara lenta, ella acerca su mano a mi plato, yo la miro con cara atónita, Fernanda intenta detenerla, y un Noooooooo de fondo. Hay Dios, que difícil esto de ser mañosa, pero pucha, detesto que metan las manos en mi comida, con eso me matan las ganas de comer y esta chica consiguió que desaparecieran por completo. En mi interior mi cabecita ardía de rabia, pero otra parte de mi me decía...Ya poh, no seas tan pesada...Odiaba a Fernanda por hacerme esto, qué le costaba haberme advertido de la presencia de Daniela. 

Mis amigas que hace rato se dieron cuenta que las cosas iban de mal en peor, nos invitaron a ir al Sabor...sin muchas ganas acepté, total, aun era temprano, y las cosas no podían estar peor...eso creía yo. Fuera del Sabor, Daniela prendió un cigarrillo, yo me alejé dado que no fumo y no quería sentir el humo, en realidad era un buen motivo para tomar distancia, y como está escrito que cuando algo está mal, claramente puede ir peor, Daniela se me acerca y al intentar tomar mi brazo, me quemó con el cigarrillo...la gota que colmaba mi paciencia. 

Como siempre digo, en el Sabor siempre tengo la sensación que no conozco a nadie, pero a la vez siempre hay una cara conocida...mi noche la salvó esa amiga que apareció de manera milagrosa, me saluda y nos invita a su mesa, todo un logro pensando que esa noche el lugar estaba lleno. Fernanda me miraba con cara de "perdón amiga", su novia se fue a comprar algo a la barra, Daniela dejó de conversar y se concentraba en la mujer que cantaba en el centro del local y yo ahí sin saber muy bien qué hacer, la noche ya era lo suficientemente incómoda. Llegaron con mi ron, que me lo tomé muy lento, me sentía mal por Daniela, al final tampoco era su culpa que las cosas se enredaran más de la cuenta, y por primera vez en la noche fui yo la que hizo una pregunta...recuerdo que le dije...No crees que esto va muy mal, considerando que eres mi cita a ciegas???....me miró, sonrió y me dijo, la verdad es que va pésimo...ambas sonreímos y por fin pudimos hablar con calma, la hora pasó más rápido. Al rato se despidió, me dijo que había sido un gusto conocerme, le dije que disculpara la mala noche y se marchó...yo tomé la servilleta, saqué un lápiz y comencé a garabatear la figura de la mujer que estaba frente a mi...

Rayos que incómodas son las citas con desconocidas, desde ese día que mi amiga nunca más intentó presentarme a alguien sin previo aviso y yo me juramenté que no volvería a pasar por la experiencia de la cita a ciegas...claro, no cumplí, pero nunca han vuelto a ser un desastre como mi salida con Daniela. 

Imagen desde: http://calichemedellin.blogia.com/2011/febrero.php